14/12/11

pequeña crónica de la inconsciencia


Estábamos dormidos. Y la Plaza Tahrir gritaba despertando al viejo dictador atrincherado. Desde hace horas, somos dos cuerpos dulces sobre una cama sueca, secuestrados en sueños, lagunas de agua oscura y la velocidad de un coche. Estábamos dormidos y una mano con sus cinco dedos blandos e indultados golpeaba la mesa en su entramado, tac-tac-tac, algún tiempo no futuro. Tu pie me roza entonces y giro sobre mí. La lámpara arañada nos observa. La madrugada tiene esa cadencia de coordenada rota. A veces, concentrada, he escuchado el sonido de una guitarra roja sobre el mar. La puerta que se cierra y una cremallera cicatriza el vestido. Entonces, ha venido, Darinka, me susurra. Y yo sé que ese nombre ha surcado el océano, habrá jugado a ser delfín bajo las olas, y ha traído el asfalto de aquella latitud. ¿Se puede echar de menos la pisada caliente y negra de un asfalto? Darinka, duermela, no sabe qué es un tango, nunca oyó hablar de Bosnia ni sospecha la existencia de la travesía estrecha donde ahora, tú y yo, como dos arrojados de la vida, hemos caído. Así fue aquel amor, como el descuelgue frío de una vela agotada, una frase sin lógica, un reggaetón borracho que se baila ya sobrio. Mala copa es no saber qué se hace cuando todo el tiempo se ha ganado. Traspiés enfermo es despertarnos con la boca manchada por el arrepentimiento.

El nombre Darinka me lo dejó prestado (se lo he mangado sin permiso, es lo que tienen estos tiempos, una escribe y de pronto una ventanita: ti-ru-rí) un amigo de México al contarme algo. H., si, aunque ni lo creo ni lo espero, pasas por aquí, te lo agradezco, es un hermoso nombre para leer en voz alta a mitad de un poema y desubicarlo todo.

5/12/11

la noche fumando a medias

Aquí la crónica de la noche del viernes. Que tenía esta luz.



Donde se cantó. Aquí pueden escuchar un poquito.

Donde se leyó.


De donde salimos
así de felices.


Gracias Paco Cifuentes, por la invitación a tu mesa, a toda la compañía. Y a Roberto.

A los que no pudieron llegar, pero estuvieron.

Este viernes, Juan José Téllez; el siguiente, Roberto Terán; en la Casa de los Jacintos.

Gracias por las fotos, como siempre, David.

27/11/11

Fumando a medias

El próximo viernes, 2 de diciembre,
canciones y poemas,
vino y humo,
un rato de amigos,



23/11/11



Lo enfermo que me habita, la hija deseada

de una ciudad moderna. A veces,

en verano, me he agarrado a ese ángel que cruzó nuestra casa.

La lluvia es una herida

sobre el cristal de un coche.

La nuca del gorrión bajó a la calle,

su quebrada de vida.

Hoy bebo

del espejo

el decibelio helado

de un latido. Eso soy, en mí me he convertido. Qué esperado.

El olor de la casa está saldado.

Con sus cajas de hilos

y el cañón con su carne.

Abandonados.

 
 
Esto es parte de algo en lo que estoy, sin más, y sin titular.

12/11/11

pensando en mi estrecha relación con V.


Siguiendo el razonamiento, quizá los perros de Virginia Woolf demandaran de ella una atención constante, como ella misma hacía con los demás; atención que alternaba con la necesidad de gozar de una libertad absoluta y de soledad para poder escribir: no podía hacer nada si alguien estaba en su misma habitación, pero tampoco descansaba hasta que Leonard había regresado a casa.
Perros, gatos y lémures. Los escritores y sus animales. errata naturae, 2011
Pues eso, que menos mal que el río de Madrid no da para mucho.

4/11/11


Todo ha quedado clausurado, la puerta metálica de los deseos, abierta
desde una madrugada de edificios. Aquella risa vil de sus ventanas. Carcajada de luz,
voyeur atónito.
Nos han envenenado con la súplica
de un trabajo veraz, de una casa con flores
y a cambio solo vemos
una vida torcida. Hay fronteras eléctricas entre cuerpos hermanos, una costilla
exacta
alrededor del mundo. Hay mujeres morenas,
doloridas de amor que se tragan el hambre
en la fila del jueves.
No escribo para nadie. Siempre guardo un espacio
para luego. No escribo para ti. Ni para entonces.
Mi latido es un paso
en un zapato alto por la calle. Ha caído otro verso
asesinado.
Ya sabes que respiro, que aquella del jardín es la tibia luz verde
de mi casa, la que cela la huella de arena de aquel día
bajo el árbol.
Como un tesoro prohibido.
Como la tiza amarga que dejan los cadáveres.
Como el anzuelo gris
que no elegiste.

20/10/11

reseteando

Es miércoles. La semana me va fundiendo como este desquiciado mes de octubre. Esos dos coches me vieron llorar en la plaza que he renombrado con una fácil desesperación. Triste gota de lluvia sobre mi pelo en la calle de la Luna. Una mujer muy flaca arrodillada en la puerta de un chino grita que le duele el estómago. No sé qué hacer. Este fue el hermoso camino en sentido contrario a nuestra casa un sábado que salimos a buscar unos libros. Tú ahora lo lees con afán, yo abandoné.

En Pizarro dos amigas deciden plantar cara a la incertidumbre. No es la primera vez. Aunque sí que se sientan, frente a frente, sin más pronóstico que enlazar una historia.

Nunca los temporales vinieron solos ni con tantas ganas. Pero hay una pequeña esperanza, como este paso, como una gabardina comprada antes de tiempo, como el sol poniéndose furioso tras el férreo edificio de Schweppes.

En otra coordenada tú deshaces las horas para verme. Puedo adivinar tu gesto en nuestra casa, con el pequeño blanco correteando, exigiéndote un esfuerzo, me aproximo de memoria y desde cerca a tu gesto. Me acoplaré a tí durante toda la noche.

Me has visto dar el volantazo para volver al mismo punto.

Una y otra vez.

Seremos capaces del invierno. Lo intuyo.

16/10/11


Este no tan viejo poema lo encontré ayer antes del recital. A Porto le gustó, será que no tiene palabras, cómo dijo, raras. Ya se ha ido nuestra penúltima visita. Aun están aquí, sobre la mesa blanca, las manchas de su vino, hay un pastel de verduras olvidado en el microondas en el momento del último calentón antes de la cena y un caballito de  tequila muere hundido en el estanque del Templo de Debod. Además, es domingo, como debía serlo cuando escribí esto.
Además.
Mientras, voy a seguir poniendo en orden la casa y sus ausencias.
Y sacar al perro violinista a pasear. 




Debajo de la plaza, un hueso de ciruela
y este sonido de domingo hambriento
de cierres
y pintadas roídas
por el sol.
Este
domingo
de sabor a mar en las encías viejas, de lecturas enjutas,
de pan desesperado de aguantar el mordisco,
de extraña aparición de un ex amante.
Al timbre nuestro perro,
que nunca espera a nadie,
alarma con su grito de violín al vecino
que chirría en su sueño.
Poniente de domingo en una página.
Ya que  nunca podremos desnudarnos.


Por si a alguien le interesa, no sé bien quién anda ahí al otro lado a estas alturas,…  tengo muchas ganas de escribir. 

5/10/11

a bordo y desbordados


somos las sombras
del camarote 503

te guardo un baile


el cartel es cortesía de Carla García

2/10/11

Moisés


No sé qué autobús utilizaba el abuelo los domingos para ir al rastro. Es un detalle sin importancia pero, hoy, pensando en él, despierto el recuerdo por el día de la semana y las rutinas ajenas que seguí alguna vez, he pensado que no lo sé porque nunca me molesté en saberlo. No voy a culparme, era una niña. Él me invitó a acompañarle muchas veces y yo siempre le decía que mejor el siguiente domingo.

Tenía un puesto que bien merece la calificación de precursor de los bazares. Vendía rascahielos, platos chinos (eran tiempos del súperdiscochinofilipino), pintalabios, sombras de ojos, cubos de rubik, yoyós. Cuando se fue, nos dejó cajas llenas de estos objetos que dormitan en los garajes de las casas familiares.

Sobre las tres y media, volvía, con su bolsa azul al hombro, inclinado sobre la pendiente de aquella calle de Usera, y llegaba a comer el guiso de la abuela, casi siempre chamuscado por un descuido durante la charla con las vecinas, y se quedaba adormilado en la sobremesa.

Aunque de todos los abuelos que se han ido, probablemente sea en el que menos he pensado en todos estos años, me encantaría saber qué diría él de tantas cosas. Él, que quería ir a Nueva York y a Ciudad de México (ay, abuelo, te hubiera llevado tantas veces), que recordaba la playa de San Sebastián como la más hermosa de su escueto mundo, que cuando por fin regresamos durante un verano de infierno a su pueblo extremeño, se torció su cabeza en el paseo, somático. Él, que me decía, y totalmente en sus cabales, que yo iba a ser ministra (abuelo, por dios), nada menos, que se empeñaba en leerme fábulas y hacerme preguntas después. Él, él, él. Un hombre. Un desconocido para mí. Una sombra en la butaca en silencio, un cerebro siempre activo, una sentimentalidad que me destroza a veces y que llevo tallada en mi adn.

Hay tardes en las que me encantaría beber un anís con él y quedarnos dormidos. Pero solamente puedo acurrucarme sobre esa cuarta parte mía que es suya, leve, pero suya. Y dejar caer un lagrimón. 


impecable, 1980

16/9/11

proezas y batallas

Esta es la esquina, nos dice. Y sonríe. Porque allí, durante nueve años, esperó la llegada del autobús que la llevaba a la cárcel, con el guiso a cuestas, para Marcelino. Una olla de cerca de diez litros, calor de casa, con todo lo que encontrara a mano dentro. Luego la lima escondida, rozando el cristal donde comunicaban, día a día, hasta conseguir pasarle la información, Mundo obrero. Siempre esperando, bajo la cúpula, la libertad. Los hijos, el barrio, la sonrisa. Las ideas, la entrega, la honestidad.


Marcelino Camacho y Josefina Samper
Ayer solamente podía pensar: de qué materia están hechos los luchadores. De qué energía beben.

Quién se la juega hoy en día por los demás. Qué triste el individualismo. Los que tiran por la borda los derechos que otros pelearon. Nunca más.

Ya no tenemos un dictador bajito que mueve los labios desde su triste púlpito, pero es tiempo para dar la batalla.

Lo que queda de la cárcel de Carabanchel, Sept. 2011
Por ustedes y todo lo que hicieron, ni nos domaron, ni doblegaron, ni nos van a domesticar.
Salud y revolución.

Con Josefina Samper en Chueca

4/9/11

¿Qué está pasando en México?


Una patada en el avispero

El narcotráfico es un negocio ilegal que se sustenta del cultivo, distribución, comercio y consumo de drogas ilegales. Todo este proceso ha generado más de 50.000 muertos y una situación  de gran impacto social y violencia indiscriminada en México debido al trasiego y conquista de nuevas plazas por parte de los cárteles. A esto se suma la guerra que el Gobierno ha lanzado para erradicarlo.


¿Cómo se ha llegado hasta esta situación?

En 2006, el presidente del Gobierno mexicano Felipe Calderón (PAN) puso en marcha una campaña contra los cárteles mexicanos de la droga. Armados y corruptos, estos grupos se habían convertido ya entonces en una amenaza muy severa para la seguridad nacional y se extendían, como un manto freático fantasmal por todos los sustratos de la administración y la sociedad. La guerra iba a ser desigual, las mafias de la droga disponían de más hombres, más dinero, más armas y hasta más policías corruptos a su servicio que el propio Estado. Esta estrategia de combate, incluía la utilización del ejército mexicano, la policía, una reforma judicial que endureciese las penas y una reforzada cooperación con Estados Unidos, actor protagonista en esta trama de terror. Pero, desde entonces, la violencia no ha hecho más que extender sus garras por todo el país.

Aquí se unen varios frentes. Por una parte, está la vieja guerra sin cuartel del Cártel de Sinaloa y el Cártel de Juárez por el control del corredor terrestre del Valle de Juárez, que posibilita la entrada de droga en Estados Unidos. Por otra, la guerra entre Los Zetas y sus antiguos socios del Cártel del Golfo, cuyo sangriento escenario se ubica en Tamaulipas, extendiéndose a Nuevo León, Hidalgo y Tabasco. Este enfrentamiento ha propiciado el surgimiento de la conocida como Nueva Federación, formada por el Cártel de Sinaloa, el del Golfo y la Familia Michoacana. Por otra parte, la descomposición del Cártel de los Beltrán Leyva, tras la muerte de El Barbas, llevó a la composición del cártel del Pacífico Sur. El país está minado.

Por qué ahora es tan cruento

Desde que el Gobierno declaró la lucha contra el narco, como si hubiese dado una patada en un avispero dormido, la violencia se ha incrementado. El valor de una vida parece devaluado y las ejecuciones son noticia a diario. Queda claro que la ofensiva del Gobierno contra el crimen organizado y tratar a los productores, distribuidores y consumidores de drogas como criminales no ha funcionado ni reducido los suministros.

Si no es una guerra civil, lo que se está librando en México se parece bastante. Ciudad Juárez se ha convertido en la ciudad más insegura del mundo. Sin embargo, es esta zona fronteriza donde más elementos de seguridad han sido enviados.

El tráfico de armas es otro de los problemas a combatir. Armados como soldados, el flujo de armas a México proviene, sobre todo, de Estados Unidos. Armas de fuego (pistolas, rifles, ametralladoras) compradas en el mercado negro o por mujeres que viven en EE UU, sin antecedentes penales, y que las envían a los traficantes a través de las fronteras.

Más de 38 millones de personas consumen drogas en EE UU. El flujo de estupefacientes ha convertido a México en un daño colateral. Que el país norteamericano tiene capacidad para erradicar los cárteles es indudable, pero, tal vez, no le interese y el desembolso de fondos para operaciones anticrimen se produce de forma lenta. Lo primero, entonar un mea culpa en el asunto.
Los niños soldados del narcotráfico

Uno de los muchos problemas que enfrenta el país es el reclutamiento de niños para los cárteles. Más de 25.000 niños y adolescentes han sido forzados a colaborar con los cárteles de la droga y más de 1.000 menores de edad han sido asesinados en este contexto. Vienen de hogares pobres, sin oportunidad de empleo, son los niños sumergidos de México, que crecen en un entorno de violencia permanente que les condena a delinquir y no sacar cabeza.

Muy conocido es el caso de El Ponchiscondenado a tres años de prisión por degollar a cuatro personas y torturar a varias más, todas grabadas en su teléfono móvil.

Son una presa fácil para el narco, no solamente les ofrecen un trabajo, sino un sentido de pertenencia a algo, a una organización en la que su ética, aun desdibujada, puede convertirlos en soldados muy crueles. Carne de cañón.

El país donde es más difícil ejercer el periodismo

Los procedimientos pasan desde secuestros, desapariciones, atentados, amenazas constantes, hasta cabezas arrojadas a la puerta de la redacción de los periódicos. Más de 80 periodistas han sido asesinados desde 2005 por ejercer su profesión, miles viven amenazados.

México es el primer país del mundo donde ser periodista es más peligroso, allí han muerto más informadores que en la guerra de Irak.

La situación permanece tan impune que hasta las cifras oficiales bailan y nadie sabe hasta dónde asciende el número de víctimas del gremio.

La legalización, cuestión siempre latente

La situación parece lejos de encontrar una salida. El camino puramente represivo se ha convertido en un negocio que no para de provocar violencia. Tal vez es hora de explorar la posible legalización de algunas drogas, reconocer el fracaso de la cruzada que emprendió Calderón. La legalización abriría una puerta para arrebatarles poder a las bandas de traficantes de droga y así debilitarlas, en vez de tratar de combatirlas con las fuerzas de seguridad.

Las próximas elecciones generales, en 2012, conceden una amplia victoria en los sondeos al PRI, puede que las avispas regresen a su nido, pero el foco seguirá estando vivo.

Mientras, la situación continúa siendo insostenible, alejándose cada vez más de su objetivo, cobrándose más víctimas. 

Para leer del tema:


Este tema tiene muchas aristas complicadas, lo he escrito desde el respeto y la objetividad máxima que me ha permitido la rabia de leer cada día tristes noticias sobre México.

31/8/11

este libro es una herida

Soy incapaz de elegir un fragmento, explicar un corazón mostrando solo una arista de la cicatriz. Así que escojo estos que forman parte de un poema fracturado.


APERTURA

1.
Abre la puerta y mira dentro.
Todo está en su sitio.
El corazón palpitando
los ojos de lechuza cerrados.
El cabello de serpentina volcado sobre una oreja.
Se alza una mano para tocarlo.
Un rítmico zumbido se apresura delante de la ola.
Una mujer vuelve la cabeza
y espera, no, cruza a zancadas el césped.

2.
Abre la puerta y mira dentro.
El gato negro mágico araña el sofá.
La lámpara de medianoche va perdiendo luz.
Una mujer se quita la ropa.
Su pijama ha sido planchado
y se mete en una cama de flores.
Ofelia yace en el estanque del parque,
huérfana por un instante en la oscuridad.
Cántame una canción, tesoro, te lo suplico.

6.
Abre la puerta y mira dentro.
Un alfiler bajo la cama.
Una capa polvorienta en la mesa de despacho.
Minucias y microbios, el miedo a no poder
prevenir lo inevitable. Será.
Lo que tenga que ser. El eratismo de lo oscuro,
la disolución del instante.
El ratón se arrastra fuera de su casa,
recuerda dónde comió por última vez una larva.

Elegía
(Bartebly, 2010)

24/8/11

Eichstätt

2.400 kms

Días 7 y 8
Banda sonora, [da capo a fin]: Deltoya y Sound of music



Cierro los ojos a la siesta mientras el sol se pone tras la catedral. Era el dos mil y poco cuando yo desperté tantas veces en esta ciudad de Baviera. Dos maletas agarradas a mis manos en esta estación y aquel invierno largo donde las tardes no existían, solo eran espera.

Todas las casas donde viví, que fueron tres, están hoy en obras, como si hubieran aguantado casi diez años para verme regresar a arrancar los ecos de las paredes, la risa, el sonido de la guitarra.


Podría decir que aquí te vi llegar, recuerdo perfectamente la hora, como ibas vestido, el cruce, siendo tú tantos que hoy quedáis lejos para una cerveza bajo el atardecer. Grabado el sonido de las campanas como un eco lejano de este bosque dentro de un corazón de hojalata.

Nada sabéis de los miedos que hoy manejo.

No puedo evitar que una húmeda y vieja nostalgia se agarre a mí, con sus dedos de musgo. Me asomo por la ventana que nos vio dormir la borrachera, éramos tan jóvenes.

Bailábamos tango sobre las aceras, recitábamos versos a las esquinas, ilusos, aun éramos la estampa del prejuicio y el estigma de nuestras casas.

Todo era tan posible como imposible.

El Fotógrafo va soportando mis reencuentros con cada ciudad en la que dejé un lamento al despedirla. No se equivocaba mi drama aquel julio, previsión de un futuro donde no cabria regreso posible.



(el encuentro y retorno de otros 2.500 kms, si se hubiesen dado uno u otro, lo guardo para los grandes momentos familiares donde la hermana mayor llora frente a la atonitez de la pequeña al verse)

21/8/11

Alemania (Selva Negra - Freiburg - Bietigueim - Rothemburg ob der Tauber)

Días 4 y 5

2.250 kms.

Silencio. No hay banda sonora en este trayecto por ineptitud de los conductores.




Nos perdemos por una carretera de la Selva Negra. Intentamos buscar un lugar donde dormir, pero cada pueblo parece aun mas desértico que el anterior, mas fantasmal. Verdeoscurocasinegro sobre nosotros. Solamente al llegar a la cima, descubrimos que sigue siendo de día, un bambi masca hierba junto a unas casas, cielo azul de Baden que viera mi padre tantas veces. Tras varias horas de estrechas curvas, llegamos a Staufen. El pueblo celebra la fiesta del vino. Pero es tarde para Europa y decidimos conducir hasta Freiburg.


Como si nunca ninguna guerra se hubiese cebado con este cielo y nadie supiera cómo se abre una brecha, una montaña de escombros, humo por el cielo, este paisaje está intacto.


No
hace
tanto
tiempo.

El olor de la patata cocida y el sauerkraut escapa por la ventanas de los restaurantes de la ciudad. Los estrechos canales fluyen con nosotros. Por fin él puede probar los spätzles del sur, mi plato favorito, una especie de gusanitos de harina y huevo que hierven en agua.

Visitamos a un viejo amigo de la familia que emborracha al Fotógrafo. Ya son uno mas en casa de los Brett. Las chicas no viven allí. Pero ella sigue preparado las confituras con azúcar y amor, cuidando el mas mínimo detalle. De ahí volvemos a la carretera y viajamos al pueblo de la Navidad eterna. Rothemburg, que tantas veces me viste aparecer.

Alemania huele a recuerdo. Es extraño, pero siento algo de angustia. Aquí estuve protegida. Mi segunda linea en la batalla. Aquí las carreteras tienen el nombre que mi padre les dio.

Este es su paisaje.

15/8/11

Ginebra - Schwartzwald

Dias 2 y 3
1.900 kms

Banda sonora: Madeleine Peyroux, Beethoven (impresionante con el Montblanc de fondo), Queen


Hacia mucho tiempo que no veía a B. La ultima vez que estuve en Ginebra fue con ella. Teníamos 18 años y nos echaron de la estación por cocinar en un camping gas. Han pasado 12 años desde entonces, B. se sobrepone al que será uno de los golpes mas duros de su vida, pero parece feliz. Y, aunque nadie tenga idea de como se sigue viviendo con esto, lo esta haciendo muy bien. No me sorprende esta actitud de alguien inteligente y racional.

Tiene una casa preciosa en el centro de esta ciudad internacional, camina veloz hacia una meta profesional que, estoy segura, va a alcanzar. Al principio, no se como abrazarla y, me doy cuenta, de que me cuesta mirarla de frente. Pero dos horas mas tarde parece que volvemos a estar en su cocina destripando compañeros de instituto. Me gusta hablar con ella porque las dos tenemos cierto antifaz de cinismo ante las cosas. La ironía, esa costumbre tan nuestra con la que tanto cuesta jugar fuera de casa.

Por la mañana despierto desubicada en su casa y, no se por que, con ansia de llegar a alguna parte. Asi que, enseguida, ponemos rumbo a Chamonix. El Montblanc se esconde calandose un gorro de nubes oscuras. Paseamos por su falda, dibujamos su base. Beethoven pone el paisaje en su sitio. Pierdo al Fotógrafo a cada paso, que apunta a su cumbre. El glaciar herido se desliza amenazando frío con su lengua de mineral y hielo. Los pequeños pueblos se acunan en los valles, mojados, llenos de flores.

Winter is coming, pienso.

Por la tarde, sin calcular y al azar, cruzamos la frontera sur de Alemania. Dormiremos en Freiburg. Ya, en este país, me siento un poco en casa prestada.

(continuará)

10/8/11

Madrid - Darnius (frontera España-Francia)

Día 1
700 kilómetros

Banda sonora: Porcupine Tree, BSO Il Postino, Tchaikowsky, Julieta Venegas, Silvio, Kula Shaiker



Me gusta conducir, mucho, viajar por carretera. Cuantas veces he tenido el sueño loco de llegar hasta México, cruzando Europa, el Polo Norte y bajar hasta aquella latitud. Una tierra fría y blanca atravesada por mi pequeño coche. En el sueño, siempre paro frente a la casa de un amigo de allá y pito hasta que se asoma a una ventana y le grito: estoy aquí. Luego nos vamos al parque a echar unas chelas y yo miro mi coche aparcado bajo las altas palmeras, aquellas, orgullosa del camino, querido Ulises.

Hoy ha sido nuestro primer día de ruta. En total, puede que hagamos unos 5.000 kilómetros, la mitad del camino que hago yo sola en mi sueño. Conducir me hace pensar con algo de nitidez, tampoco mucha, ideas explosivas, proyectos volubles bajo el sol de Castilla, la vieja.

Hace muchos años que no recuerdo Europa, con su centro verde de casa de muñecas, en todos aquellos paisajes que recorríamos durmiendo en los trenes, cuando queríamos comernos el mundo y todas las incertidumbres.

Darnius, Can Massot

Ya ha caído la tarde cuando dejamos la nacional y serpenteamos por una carretera del prepirineo. Cuando llegamos a la massía, mas de cien personas sentadas bajo el plátano centenario leen poemas de autores catalanes, tambien algún espontáneo se arranca. Un caballo observa desde el prado, la Marta se balancea desde una rama, la abuela llora.

La vieja casona, construida hace mas de 300 años, fue comprada por la familia de Roser hace 100 y hoy, después de mucho trabajo, la han convertido en un precioso alojamiento rural, donde evitan, en la medida de lo posible, ir al supermercado.

El niño, nos dice el padre, que nos ha salido poeta, el pobret, y ha invitado a los amigos con los que se escribe en los blogs a leer. Nosotros sonreímos y el Fotógrafo les dice que yo tambien soy poeta, palabro grande para una huésped, pienso. Pero se corre la voz y terminamos cenando pan con tomate, almendras y vino espumoso del Penedés en una mesa grande donde parece que pueda caber el mundo entero en una noche.

(continuará)

La web donde se reunen los poetas que conocimos: www.versos.cat

3/8/11

on the road

Vamos a ir a recoger a mi hermana pequeña. No tengo más, pero eso no cambia nada su tamaño. La he echado mucho de menos. Y me alegro de que seamos nosotros los que vayamos hasta allí para ver cómo se despide de la ciudad en la que vivió su primer año fuera de casa. ¿Será tan dramática como fui yo cuando se arranque de sus calles? ¿Se quedará con esa piedrecita en su zapato?
Esta es nuestra ruta:



Madrid - München: 1.949 km,19h 31 min

31/7/11

balance

Esta soy yo a punto de cumplir 30 años.

1 de agosto de 2011.


Los voy a celebrar con viaje que, como una brecha dulce inesperada en la memoria,
atravesará mi vieja Europa en una furgoneta blanca.

Felicidades, maja.

La foto es de David Ruiz, en el cuarto privado de Gala, en la casa de Dalí en Portlligat.

25/7/11

Las vacaciones que no imaginé (fin)

Última parada que no se produjo: Nápoles


Hemos vuelto a casa. Tres girasoles nos alumbran la entrada. He abandonado las publicaciones del diario vacacional, se interpuso la vida y el viento fuerte de la frontera. Qué más me quedó por decir: que un pueblo francés abandonado, que la vieja aduana con sus extintos puestos de souvenirs, que el Fotógrafo parecía muy feliz en la última cena y estaba muy guapo, que declaramos a Joan, el camarero, capitán de nuestro naufragio.

Madrid parece distinto porque las noches mueven los visillos rojos, nos despiertan para cerrar la ventana de madrugada. Las pequeñas moscas de la fruta han fallecido pegadas al techo. Un helicóptero nocturno sobrevuela la ciudad, atento a la revolución y los brazos en alto. Que hemos colgado los cuadros que esperaron pared durante meses. Que el jabón que compramos en Marsella, o cerca, invade de miel el dormitorio.

Mi perro no se enreda entre mis pasos y le extraño. Ayer, el cumpleaños de mi padre, y hoy es domingo a pesar de que la semana se ha quedado sin su primer mordisco.

23/7/11

Las vacaciones que no imaginé (3)

Florencia / Pisa

Catalonia

Donde se marchó la rabia. Y comenzó el abrazo.

18/7/11

Las vacaciones que no imaginé (2)



Livorno



Nube remota en San Martí

El Mediterráneo nos muestra su soberbia faz en San Martí. Intento limar con sol las huellas que la impotencia de los días pasados ha dejado en mi cara. Caligrafía de los sueños no termina de hacerme compañía, pero sí ofrece un contrapunto a las nubes ligeras que nos sobrevuelan. Parece que aquí ya nada pudiera tener la intensidad que prometía.

Imagino el puerto abandonado dentro de unos años, con todos esos carteles de ‘Beach Club’ oxidados balanceados por la tramontana, apastelados a fuerza de rayo, un holandés paseando a un perro, una casa de carne vencida. Barcos flotantes en canales que una vez miraron el sombrero volado de una turista perderse bajo las bunganvillas, morir ahogado.