31/8/11

este libro es una herida

Soy incapaz de elegir un fragmento, explicar un corazón mostrando solo una arista de la cicatriz. Así que escojo estos que forman parte de un poema fracturado.


APERTURA

1.
Abre la puerta y mira dentro.
Todo está en su sitio.
El corazón palpitando
los ojos de lechuza cerrados.
El cabello de serpentina volcado sobre una oreja.
Se alza una mano para tocarlo.
Un rítmico zumbido se apresura delante de la ola.
Una mujer vuelve la cabeza
y espera, no, cruza a zancadas el césped.

2.
Abre la puerta y mira dentro.
El gato negro mágico araña el sofá.
La lámpara de medianoche va perdiendo luz.
Una mujer se quita la ropa.
Su pijama ha sido planchado
y se mete en una cama de flores.
Ofelia yace en el estanque del parque,
huérfana por un instante en la oscuridad.
Cántame una canción, tesoro, te lo suplico.

6.
Abre la puerta y mira dentro.
Un alfiler bajo la cama.
Una capa polvorienta en la mesa de despacho.
Minucias y microbios, el miedo a no poder
prevenir lo inevitable. Será.
Lo que tenga que ser. El eratismo de lo oscuro,
la disolución del instante.
El ratón se arrastra fuera de su casa,
recuerda dónde comió por última vez una larva.

Elegía
(Bartebly, 2010)

24/8/11

Eichstätt

2.400 kms

Días 7 y 8
Banda sonora, [da capo a fin]: Deltoya y Sound of music



Cierro los ojos a la siesta mientras el sol se pone tras la catedral. Era el dos mil y poco cuando yo desperté tantas veces en esta ciudad de Baviera. Dos maletas agarradas a mis manos en esta estación y aquel invierno largo donde las tardes no existían, solo eran espera.

Todas las casas donde viví, que fueron tres, están hoy en obras, como si hubieran aguantado casi diez años para verme regresar a arrancar los ecos de las paredes, la risa, el sonido de la guitarra.


Podría decir que aquí te vi llegar, recuerdo perfectamente la hora, como ibas vestido, el cruce, siendo tú tantos que hoy quedáis lejos para una cerveza bajo el atardecer. Grabado el sonido de las campanas como un eco lejano de este bosque dentro de un corazón de hojalata.

Nada sabéis de los miedos que hoy manejo.

No puedo evitar que una húmeda y vieja nostalgia se agarre a mí, con sus dedos de musgo. Me asomo por la ventana que nos vio dormir la borrachera, éramos tan jóvenes.

Bailábamos tango sobre las aceras, recitábamos versos a las esquinas, ilusos, aun éramos la estampa del prejuicio y el estigma de nuestras casas.

Todo era tan posible como imposible.

El Fotógrafo va soportando mis reencuentros con cada ciudad en la que dejé un lamento al despedirla. No se equivocaba mi drama aquel julio, previsión de un futuro donde no cabria regreso posible.



(el encuentro y retorno de otros 2.500 kms, si se hubiesen dado uno u otro, lo guardo para los grandes momentos familiares donde la hermana mayor llora frente a la atonitez de la pequeña al verse)

21/8/11

Alemania (Selva Negra - Freiburg - Bietigueim - Rothemburg ob der Tauber)

Días 4 y 5

2.250 kms.

Silencio. No hay banda sonora en este trayecto por ineptitud de los conductores.




Nos perdemos por una carretera de la Selva Negra. Intentamos buscar un lugar donde dormir, pero cada pueblo parece aun mas desértico que el anterior, mas fantasmal. Verdeoscurocasinegro sobre nosotros. Solamente al llegar a la cima, descubrimos que sigue siendo de día, un bambi masca hierba junto a unas casas, cielo azul de Baden que viera mi padre tantas veces. Tras varias horas de estrechas curvas, llegamos a Staufen. El pueblo celebra la fiesta del vino. Pero es tarde para Europa y decidimos conducir hasta Freiburg.


Como si nunca ninguna guerra se hubiese cebado con este cielo y nadie supiera cómo se abre una brecha, una montaña de escombros, humo por el cielo, este paisaje está intacto.


No
hace
tanto
tiempo.

El olor de la patata cocida y el sauerkraut escapa por la ventanas de los restaurantes de la ciudad. Los estrechos canales fluyen con nosotros. Por fin él puede probar los spätzles del sur, mi plato favorito, una especie de gusanitos de harina y huevo que hierven en agua.

Visitamos a un viejo amigo de la familia que emborracha al Fotógrafo. Ya son uno mas en casa de los Brett. Las chicas no viven allí. Pero ella sigue preparado las confituras con azúcar y amor, cuidando el mas mínimo detalle. De ahí volvemos a la carretera y viajamos al pueblo de la Navidad eterna. Rothemburg, que tantas veces me viste aparecer.

Alemania huele a recuerdo. Es extraño, pero siento algo de angustia. Aquí estuve protegida. Mi segunda linea en la batalla. Aquí las carreteras tienen el nombre que mi padre les dio.

Este es su paisaje.

15/8/11

Ginebra - Schwartzwald

Dias 2 y 3
1.900 kms

Banda sonora: Madeleine Peyroux, Beethoven (impresionante con el Montblanc de fondo), Queen


Hacia mucho tiempo que no veía a B. La ultima vez que estuve en Ginebra fue con ella. Teníamos 18 años y nos echaron de la estación por cocinar en un camping gas. Han pasado 12 años desde entonces, B. se sobrepone al que será uno de los golpes mas duros de su vida, pero parece feliz. Y, aunque nadie tenga idea de como se sigue viviendo con esto, lo esta haciendo muy bien. No me sorprende esta actitud de alguien inteligente y racional.

Tiene una casa preciosa en el centro de esta ciudad internacional, camina veloz hacia una meta profesional que, estoy segura, va a alcanzar. Al principio, no se como abrazarla y, me doy cuenta, de que me cuesta mirarla de frente. Pero dos horas mas tarde parece que volvemos a estar en su cocina destripando compañeros de instituto. Me gusta hablar con ella porque las dos tenemos cierto antifaz de cinismo ante las cosas. La ironía, esa costumbre tan nuestra con la que tanto cuesta jugar fuera de casa.

Por la mañana despierto desubicada en su casa y, no se por que, con ansia de llegar a alguna parte. Asi que, enseguida, ponemos rumbo a Chamonix. El Montblanc se esconde calandose un gorro de nubes oscuras. Paseamos por su falda, dibujamos su base. Beethoven pone el paisaje en su sitio. Pierdo al Fotógrafo a cada paso, que apunta a su cumbre. El glaciar herido se desliza amenazando frío con su lengua de mineral y hielo. Los pequeños pueblos se acunan en los valles, mojados, llenos de flores.

Winter is coming, pienso.

Por la tarde, sin calcular y al azar, cruzamos la frontera sur de Alemania. Dormiremos en Freiburg. Ya, en este país, me siento un poco en casa prestada.

(continuará)

10/8/11

Madrid - Darnius (frontera España-Francia)

Día 1
700 kilómetros

Banda sonora: Porcupine Tree, BSO Il Postino, Tchaikowsky, Julieta Venegas, Silvio, Kula Shaiker



Me gusta conducir, mucho, viajar por carretera. Cuantas veces he tenido el sueño loco de llegar hasta México, cruzando Europa, el Polo Norte y bajar hasta aquella latitud. Una tierra fría y blanca atravesada por mi pequeño coche. En el sueño, siempre paro frente a la casa de un amigo de allá y pito hasta que se asoma a una ventana y le grito: estoy aquí. Luego nos vamos al parque a echar unas chelas y yo miro mi coche aparcado bajo las altas palmeras, aquellas, orgullosa del camino, querido Ulises.

Hoy ha sido nuestro primer día de ruta. En total, puede que hagamos unos 5.000 kilómetros, la mitad del camino que hago yo sola en mi sueño. Conducir me hace pensar con algo de nitidez, tampoco mucha, ideas explosivas, proyectos volubles bajo el sol de Castilla, la vieja.

Hace muchos años que no recuerdo Europa, con su centro verde de casa de muñecas, en todos aquellos paisajes que recorríamos durmiendo en los trenes, cuando queríamos comernos el mundo y todas las incertidumbres.

Darnius, Can Massot

Ya ha caído la tarde cuando dejamos la nacional y serpenteamos por una carretera del prepirineo. Cuando llegamos a la massía, mas de cien personas sentadas bajo el plátano centenario leen poemas de autores catalanes, tambien algún espontáneo se arranca. Un caballo observa desde el prado, la Marta se balancea desde una rama, la abuela llora.

La vieja casona, construida hace mas de 300 años, fue comprada por la familia de Roser hace 100 y hoy, después de mucho trabajo, la han convertido en un precioso alojamiento rural, donde evitan, en la medida de lo posible, ir al supermercado.

El niño, nos dice el padre, que nos ha salido poeta, el pobret, y ha invitado a los amigos con los que se escribe en los blogs a leer. Nosotros sonreímos y el Fotógrafo les dice que yo tambien soy poeta, palabro grande para una huésped, pienso. Pero se corre la voz y terminamos cenando pan con tomate, almendras y vino espumoso del Penedés en una mesa grande donde parece que pueda caber el mundo entero en una noche.

(continuará)

La web donde se reunen los poetas que conocimos: www.versos.cat

3/8/11

on the road

Vamos a ir a recoger a mi hermana pequeña. No tengo más, pero eso no cambia nada su tamaño. La he echado mucho de menos. Y me alegro de que seamos nosotros los que vayamos hasta allí para ver cómo se despide de la ciudad en la que vivió su primer año fuera de casa. ¿Será tan dramática como fui yo cuando se arranque de sus calles? ¿Se quedará con esa piedrecita en su zapato?
Esta es nuestra ruta:



Madrid - München: 1.949 km,19h 31 min